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Señales en la Naturaleza

CUANDO VEAS LAS BARBAS DE TU VECINO CORTAR,...

 

Se dice muchas veces que si las personas observaran lo que sucede con los animales antes de un gran desastre natural, tal como un terremoto o un tsunami, mucha gente se pondría a salvo. Pero la gente cree que lo que les sucede a los animales no va con ellos. En otros apartados de esta web vemos cómo experimentos con animales mostraban lo que luego acabaría pasando también de un modo u otro con las personas. Y lo que consideramos ahora tiene que ver con todo esto. Pero no ya por el experimento que algunos científicos puedan hacer en el ámbito restringido de un laboratorio, sino por el experimento químico a gran escala que la Humanidad está haciendo al inyectar en la Biosfera tamaña cantidad de contaminantes alteradores del equilibrio hormonal de los seres vivos.

 

Gaviota en la costa californiana, donde la contaminación parece estar tras la homosexualidad de muchas aves

 

No nos damos cuenta pero es cómo si los sistemas vivos de éste planeta fuesen un único cuerpo, del que nosotros no seríamos más que "células". Y lo que hacen unas células afecta a otras, especialmente cuando lo que hacen es de unas determinadas proporciones. Nuestra civilización moderna, especialmente en las últimas décadas, se ha convertido, dentro de ese organismo planetario del que estamos hablando, en una suerte de enorme "glándula" liberadora de sustancias que imitan a las hormonas naturales.

Las hormonas son mensajeros químicos absolutamente claves en el funcionamiento de los organismos y las falsas hormonas que estamos emitiendo están enviando mensajes que están induciendo a la comisión de graves errores en el desarrollo de los ciclos vitales de muchos seres vivos, incluidos, claro está, nosotros mismos.

Muchas personas parecieran pensar que lo que les pasa a los animales no tiene porque sucederles a los seres humanos. Pero si lo considerasen con buen juicio acaso verían que precisamente éste es uno de esos temas donde más se cumple ese refrán castellano que dice que cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar. Nuestro vecino, en este caso, es el reino animal. Los científicos, en diversas declaraciones conjuntas como la de Wingspread, no han olvidado referirse a lo que estaba pasando con algunas de sus poblaciones y al riesgo de que nos acabase pasando a nosotros.

Muchas de las primeras señales de que algo extraño estaba sucediendo nos las dieron, precisamente, los animales. Curiosamente, antes de que muchos médicos se dieran cuenta, fueron los naturalistas y zoólogos los que dieron la voz de alarma. Era una confirmación de que la salud del planeta y la nuestra propia eran una y la misma cosa. Que los que velan por el planeta son también, en algún sentido, médicos de hombres. Médicos que no tanto les curan sino, lo que es más importante, que podrían contribuir a prevenir lo que pueda sucederles.

Uno de los primeros aldabonazos sobre este tema en la conciencia de la población occidental fue, como otras veces, un libro: “Nuestro futuro robado”. En esta obra, realizada por científicos que trabajaron codo con codo con una periodista para publicar algo que a la vez fuese riguroso y ameno, se nos expone algo que pone los pelos de punta.

Nuestro Futuro Robado hace un repaso de las inquietantes señales que detectaron los estudiosos del reino animal, las primeras hace ya décadas. Alude a científicos que se quedaban asombrados al ver que las gaviotas que estudiaban en los Grandes Lagos  masas de agua norteamericanas que habían ido convirtiéndose en un sumidero de residuos industriales, hacían cosas -parejas homosexuales, huevos que nadie incubaba, pollos que nacían con graves deformaciones...- que nunca antes había recogido del mismo modo la literatura científica. Científicos (1) que encontraban que los conductos sexuales de los machos de las gaviotas del sur de California se habían feminizado, hasta el punto de que había células femeninas en los testículos o incluso, cuando el nivel de DDT era muy significativo, los machos llegaban al extremo de tener un oviducto (esto es, el conducto por el que las hembras ponen los huevos) (2).

Eran cosas "subrrealistas", alucinantes, que hacían que los científicos se planteasen si no estarían soñando ( o más bien, teniendo una pesadilla). Nunca antes habían sido vistas y descritas por la ciencia. Imagínense que ustedes son unos científicos acostumbrados a estudiar los caimanes de un lago y que de repente un día se encuentran con que, por ejemplo, un 40% de ellos no son ni hembras ni machos, sino mixtos. Pues eso les sucedió a los científicos que estudiaban estos reptiles en el lago Apopka (Florida) que, además , se dieron cuenta, entre otras cosas alucinantes, que los machos, cuyos penes eran mínimos, tenían la cuarta parte de la testosterona que debían, además de tener una alta tasa de hormonas femeninas. Cuando, además, vieron que una gran parte de las tortugas de orejas rojas del mismo lago se había convertido en hermafroditas, sus ojos que quedaron abiertos como platos.

¿Qué había sucedido en aquel lago?. ¿Alcaso alguna malvada hechicera, con poderes semejantes a los de Circe en La Odisea, había echado alguna maldición?. No, al menos que queramos ver de ése poético modo a la industria química. Lo que había sucedido era algo más prosaico: unos años antes el lago había recibido un vertido de un pesticida llamado dicofol (3).

Los ejemplos que podrían citarse de una Naturaleza enloquecida por la acción de los contaminantes son innumerables. Como que en los ríos británicos los investigadores hallasen un 30% de peces macho poco varoniles e incluso, en muchos casos, hermafroditas. O lo que les pasó a las belugas, unos encantadores mamíferos marinos que, en algunas zonas del Atlántico, tuvieron la desdicha de desenvolverse en unas aguas que recibían la contaminación química procedente de algunos de los principales núcleos industriales de norteamérica. A través de la cadena alimentaria y por el proceso de multiplicación de las concentraciones de tóxicos que describimos en otro apartado de esta web, los cuerpos de algunas belugas se habían convertido, por sí mismos, en auténticos “bidones” de residuos tóxicos y peligrosos como los PCBs. Los científicos no tardaron en asociar esa triste circunstancia con toda una serie de extrañas y horribles consecuencias que tenían que ver con el declive de algunas de sus poblaciones. Cosas que o bien nunca antes habían sido vistas en las belugas o que si habían sido vistas era como algo muy raro, ahora eran comunes. No eran solo los casos de hermafroditismo que también se daban. Tenían un sistema inmunológico desecho que hacía que tuviesen una elevada mortalidad. Estaban siendo devoradas por infecciones generalizadas, neumonía, úlceras en el intestino, el estómago, el esófago y la boca, y tenían un alto índice de cánceres de mama además de trastornos endocrinos diversos (como hipertiroidismo).

Se ha hablado más de los osos polares, también cargados de contaminantes (4), y sus gestaciones fallidas, que de otras especies como la pantera de florida, cuajadas de PCBs, mercurio, DEE,... y otras sustancias. Este felino, mostraba unos machos feminizados, con abundantes criptorquidias, con espermatozoides venidos a menos, con un sistema inmunológico trastocado,.... mientras padecía un fuerte proceso de extinción en algunas áreas.

Pueden describirse casos en las más diversas especies , pertenecientes a los más diferentes órdenes, familias y géneros a lo largo y ancho del planeta.

En España, por ejemplo, los estudiosos de la Naturaleza se han llevado sustos semejantes a los ya vistos, quedándose igualmente alucinados ante cosas que cualquier hombre del mundo antiguo habría tomado por obra de los demonios o como augurios oscuros y siniestros de alguna especie de Apocalipsis.

Imagínense cuando científicos como Rodolfo Barreiro , catedrático de Ecología de la Universidad de A Coruña, empiezan a ver que, en decenas de lugares de la hermosa costa de Galicia, las hembras de un humilde caracol marino llamado Nucella lapillus, estaban masculinizadas. Pero no un poco masculinizadas, sino tanto que les aparecía un pene que llegaba a impedir la salida de los huevos que deberían poner. Imaginen el estupor de los científicos que descubrieron cosas parecidas con otros caracoles, los Bolinus brandaris, en la costa de Cataluña, en el Mediterráneo. Anomalías asociadas a un compuesto organoestánico, el tributilo de estaño, del que se habla en otro apartado, y utilizado en las pinturas de los barcos para que no se les adhieran las algas.

Por supuesto que la cosa no queda en los caracoles y en el tributilo de estaño, sino que afecta a muchas más especies e involucra a muchas más sustancias. Sustancias como puedan ser el estradiol o el etinilestradiol de los anticonceptivos que , tras ser vertidos a través del alcantarillado urbano atraviesan las depuradoras de ciudades como Zaragoza –que no los filtran- y acaban en ríos como el Ebro generando, entre otras cosas, que los machos de las carpas tengan ovarios. Es lo que los científicos denominan “imposex”.

En la desembocadura de algunos ríos del mediterráneo, y a consecuencia de la exposición a otras sustancias tóxicas, hay salmonetes que han aparecido con cambio de sexo y otras alteraciones hormonales. Y, en fin, estas u otras similares han sido descritas en los más diversos lugares de la geografía española. A veces las alteraciones no son tan llamativas, pero producen daños serios a la reproducción de algunas especies, como se ha registrado, por ejemplo, con el águila imperial en el Parque Nacional de Doñana a consecuencia de la contaminación por sustancias organocloradas (5).

Todas estas cosas no hacen, al fin y al cabo, más que servirnos de aviso a los seres humanos. Curiosamente, al mismo tiempo que estas cosas pasaban, los humanos íbamos también sufriendo una serie de graves alteraciones de nuestro equilibrio hormonal.


 


 

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NOTAS:


 


 

1 Como Michael Fry de la Universidad de Davis (California)


 

2 Fry D and Toone M. DDT-induced feminization of gull embryos. Science 213: 922-24 (1981)


 

3 Fabricado también en España por la empresa Montecinca en la provincia de Huesca.


 

4 DDT, PCBs, etc.


 

5 Hernández M et al. Influence of contamination by organochlorine pesticides and polychlorinated byphenyls on the breeding of the Spanish imperial eagle (Aquila adalberti), Environ Toxicol Chem. Oct 11: 1.

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