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Perfumes

Hubo un tiempo en que la mayoría de los perfumes, que además tenían un uso muy restringido, eran obtenidos a partir de sustancias naturales. Pero aquellos tiempos eran otros. Hoy la industria del perfume es un poderoso apéndice de la industria química, con unos enormes volúmenes de venta. Y hace mucho tiempo que se vio que era más barato sustituir las sustancias naturales por otras sintéticas. Que dejaba más margen de beneficios y era más sencillo de cara a producir grandes volúmenes.

Hoy son miles de sustancias, muchas de ellas derivados petroquímicos, las que se utilizan en esta gran industria ( y quiero recalcar la palabra industria, porque hablamos de industria química). Miles. En un solo perfume puede haber centenares a la vez. Son muchas sustancias. Acaso demasiadas. Aunque fuese por una mera cuestión de probabilidades, y más ante ciertas situaciones que tienen que ver con un escaso control de estas actividades, habría sido demasiado bonito que entre ellas no hubiera habido ninguna que resultase problemática. Que bonito habría sido que los científicos no hubiesen detectado nunca en un perfume una sustancia perjudicial. Pero no ha sido así (1). Es un hecho que en el contenido de algunos perfumes han sido detectadas sustancias con un historial manifiestamente mejorable (2).

Debra Lynn Dadd, una conocida divulgadora de estas cuestiones en los Estados Unidos , en su libro Home safe home , nos aporta un dato que puede ser interesante. Nos dice que cuando la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (National Academy of Sciences, NSC) quiso estudiar esta cuestión, descubrió algo inquietante sobre los datos de toxicidad de más del 80% de los ingredientes utilizados: que o bien no existían o que cuando existían eran insuficientes. Y que cuando en 1989 el National Institute of Occupational Safety and Health (NIOSH), se puso a revisar una lista de 2.983 productos químicos usados por la industria de las fragancias, detectó nada menos que 884 sustancias con mayor o menor toxicidad, incluidas, por supuesto, sustancias ligadas a cosas tales como cáncer, defectos de nacimiento, reacciones alérgicas, desórdenes del sistema nervioso central, irritaciones cutáneas y oculares, sensibilidades químicas, etc (3).

Se han desarrollado diversas investigaciones sobre estos asuntos, como la que llevó a cabo Lance Wallace, de la Agencia de Protección Ambiental de California que analizó 31 productos perfumados (no solo perfumes propiamente dichos, sino también otros productos con fragancias como jabones o desodorantes) identificando en ellos 150 sustancias químicas (4) entre las que se contaban algunas vinculadas a diversos problemas de salud, sin excluir el cáncer (5).

Uno de los informes acerca de los contenidos de sustancias tóxicas en los perfumes que más ha dado que hablar es el que realizó Greenpeace basándose en los análisis que encargó a una laboratorio independiente de Holanda (6) . Uno de los temas que más hizo que atrajera la atención es que la organización ecologista tuvo el valor de realizar el análisis químico de 36 aguas de perfume y colonias de las marcas más conocidas. Una vez conocidos los resultados, los publicó citando los productos y marcas concretas (7) .

Como no podía ser de otro modo, los análisis se realizaron únicamente para detectar la presencia de una serie de sustancias concretas, pertenecientes a unos grupos perfectamente conocidos por su historial de problemas sanitarios (como los vinculados con la perturbación del sistema hormonal humano). No es que no hubiese más sustancias problemáticas, es que , simplemente, no se buscaron porque no eran el objetivo del estudio.

En concreto, los tipos de sustancias que se buscaban eran dos que ya nos hemos encontrado en este libro en las más diversas ocasiones: los ésteres de ftalato y los almizcles sintéticos. Los resultados no fueron demasiado halagüeños en cuanto a la cantidad de sustancias de los dos tipos que fueron encontradas en diversas concentraciones en los más variados productos. Por sólo citar un ejemplo, el dietilftalato (DEP) (8) , estaba nada menos que en 34 de los 36 perfumes analizados , en ocasiones en niveles escandalosamente altos (9). Algo parecido podría decirse de algunos almizcles sintéticos.

Pero, evidentemente, Greenpeace no había realizado ningún descubrimiento insospechado al ver que las colonias estuviesen llenas de ftalatos, por ejemplo. Eso era algo que muchas revistas científicas llevaban años publicando. Lo que hizo más bien, aparte de encargar esos análisis concretos referidos y dar los nombres de las marcas involucradas (con lo que prestó un gran servicio social), es precisamente inspirarse en todo lo que la ciencia sabía para hacer un informe con más impacto en la población del que suelen tener muchas publicaciones científicas. Pero basta repasar artículos sobre el tema, como los aparecidos en la revista Environmental Research para darse cuenta de hasta que punto la ciencia está preocupada por el hecho de que cosas de uso tan generalizado y directo como los perfumes puedan estar basadas en sustancias como los ftalatos , aunque una buena parte de la población no esté debidamente informada de ello.

Entre los problemas sanitarios que más frecuentemente se han asociado en relación a las fragancias cabe citar la incidencia creciente de algunas alergias cutáneas (10) lo que ha hecho que se listen compuestos conflictivos (11). La alergia a los perfumes es, de hecho, una de las causas más frecuentes de dermatitis de contacto (12) o de, por ejemplo , alergias solares (13). También algunas fragancias se han visto ligadas al origen o al empeoramiento problemas respiratorios, especialmente entre personas especialmente sensibles antes sustancias irritantes, como los que padecen asma (14) o rinitis por ejemplo.

Anne C. Steinemann de la Universidad de Washington ,por su parte, en una investigación que realizó sobre la población americana, encontró que porcentajes muy notables de personas entre un 17, 8% y un 20, 5% ,se quejaban ,en mayor o menor medida, de determinados problemas como dolores de cabeza o dificultades respiratorias cuando se veían expuestos a productos como ambientadores o desodorizantes y que un 10, 9% se quejaban de irritación frente al perfume de los productos para lavar la ropa o los suavizantes ,por ejemplo. Los porcentajes eran mayores entre los asmáticos , de modo que cerca de un 30% de ellos manifestaban dificultades respiratorias, dolores de cabeza u otros problemas al respirar los ambientadores y un 21, 5% se quejaban de irritación por los perfumes de los productos de lavar la ropa, los suavizantes o las emanaciones de las sábanas que se secaban (15) . Estos problemas son especialmente importantes en sectores de población que padecen enfermedades emergentes como la Sensibilidad Química Múltiple.

Crece la preocupación de algunos científicos por el exponencial crecimiento en el uso de perfumes que se ha producido desde los años 70, con la enorme cantidad de nuevas sustancias no suficientemente evaluadas que ello ha traído aparejado, y la posible vinculación que ello pueda haber tenido , juntamente con otros factores, en el paralelo incremento de una serie de problemas sanitarios.

Una de las cosas que más está entorpeciendo la mejora del conocimiento de los riesgos sanitarios que pudieran, eventualmente, tener algunas sustancias concretas es que esta industria se ampara en las leyes que protegen el secreto comercial, impidiendo así divulgar las sustancias que utiliza.

¿Se han fijado alguna vez en la etiqueta de un perfume, en el caso de que la lleven?. Es evidente que, demasiadas veces, todo descansa en un acto de fe del que lo compra que se ve obligado a creer , por simple buena fe, que el fabricante no habrá introducido ninguna sustancia peligrosa de entre las cientos que puede incorporar. Lo singular es que la Administración ,en buena medida, tampoco pueda forzar a los fabricantes a informar de muchas de las sustancias que utiliza (16). En caso de producirse problemas, la situación no favorece la correcta identificación de los compuestos involucrados. No se facilita demasiado a los científicos la correcta evaluación de los riesgos.

En lugar de ser controlada, lo que sucede más bien es que es la propia industria quien establece frecuentemente –mediante una sorprendente auto-regulación- si sus productos son seguros La Administración sólo interviene en unos ámbitos muy limitados o ante crisis muy evidentes.

No debemos olvidar, por otro lado, que cuando hablamos de fragancias, no nos estamos refiriendo sólo a las que hay en un frasco de perfume. La extensión de la industria de las fragancias es muchísimo más vasta, ya que estas sustancias pueden estar en una enorme cantidad de elementos de la vida moderna, desde detergentes para la limpieza del hogar o de la ropa (17) a plásticos, pasando por cosméticos, suavizantes, aceites, pesticidas, disolventes ,lociones, jabones, o incluso juguetes o revistas y ,por tanto, la situación de exposición humana a estos compuestos es vastísima. Son prácticamente omnipresentes en todo momento en los espacios en los que solemos movernos, con todos sus miles de sustancias diferentes.


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NOTAS:


 

1 De hecho, ya hemos visto algo de ello cuando hemos hablado de sustancias tóxicas como algunos ftalatos o almizcles sintéticos


 

2 Como cloruro de metileno, metil etil ketona, etanol, cloruro de benceno, tolueno A principios de los 90, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos encontró tolueno, por ejemplo, en muchas de las fragancias que analizó.


 

3 Ver ,por ejemplo , Home safe home, de Debra Lynn Dadd. Penguin Group 2004. (EE.UU.) Pgs 234-236.


 

4 Wallace L et al. Identification of polar volatile organic compounds in consumer products and common microenvironments. Proceedings of The Air & Waste Management Association , 84 Annual Meeting and Exhibition, 16-21 June 1991, Vancoover , British Columbia. A este estudio se alude, por ejemplo, en Scents and Sensitivity (Environ Health Perspectives 106-12, 1998). Entre las sustancias detectadas se contaban algunas como etanol, limonene, linalool, β-fenetil alcohol o β-mircene, etc


 

5 National Toxicology Program, NTP Technical Report on the Toxicology and Carcinogenesis Studies of d-limonene, National Toxicology Program, Research , Triangle Park, NC, 1998. Otros estudios aluden al safrole, el coumarin , el metil eugenol o el xileno de almizcle (musk xilene),como: IFRA Code of Practice: Safrole, Isosafrole, Dihydrosafrole. www.ifraorg.org // National Toxicology Program: TR-422 Toxicology and carcinogenesis Studies of Coumarin (CAS Nº 91- 64-5) in F344/N Rats and B6c3f1 Mice (Gavage Studies)// Toxicology and carcinogenesis Studies of Methyleugenol NTP Technical Report on the toxicology and carcinogenesis studies on methyleugenol (CAS Nº 93152) in F344/N Rats and B6C3F1 Mice (Gavage Studies)//Matsushima Y et al. Toxicity and carcinogenity studies of musk xylol in B6C3f1 mouse. Eisei Shikenjo Hokoku. 1990; (108) 89-94. Así como a otras como el AHTN y el HHCB: European commision: Scientific Commitee for Cosmetic Product, and Non-Food Products intended for Consumers. 14th Plenary Meeting. Brussels. 24 Oct 2000.


 

6 TNO Environment, Energy and Process


 

7 Peters ,RJB. (2005). Phtalates and artificial musks in perfumes. TNO Environment and Geosciences, Report R&T-A 2005-011. Para Greenpeace (accesible en la página web de la organización).


 

8 Se utiliza como disolvente y vehículo de fragancias en muchos productos de cuidado personal , como puedan ser los cosméticos. También como desnaturalizador del alcohol.


 

9 El perfume Eternity for Women de Calvin Klein, por ejemplo, tenía niveles del 2, 2% en peso según el informe.


 

10 Niels Moller Madsen Danish Environment, Internet Edition 2, Sept 1996 Perfume Causes Allergy.


 

11 Ver, por ejemplo: Opinión of the scientific commitee in cosmetic products and non-food products intended for consumers. An initial list of perfumery materials which must not form part of fragrances compounds used in cosmetic products. Adopted by the SCCNFP during the 12th Plenary meeting of 3 may 2000.


 

12 Basta revisar algunos números de la revista Contact Dermatitis para ver artículos sobre temas tan curiosos como alergias a las fragancias en niños disparadas por juguetes perfumados.


 

13 Consumer.es. Eroski. 5 de agosto 2002. El País. 10-7-2001


 

14 Shim C and Williams MH. Effect of odors in asthma. Am J Med 1986. 80(1): 18-22Kumar P et al. Inhalation challenge effects of perfume strips in patients with asthma. Ann Allergy Asthma Inmunol. 1995. 75(5): 429-433American Academy of Allergy , Asthma and Immunology: Today Findings from de AAAAI Annual Meeting unveil new research on allergic triggers and cutting-edge asthma treatments. March 4 .2000. Millqvist E and Lowhagen. Placebo-controlled challenges with perfume in patients with asthma like symptoms. Allergy 1996. 51(6): 434-439Ross DJ et al. SWORD 97: surveillance of work-related and occupational respiratory disease in the UK. Occup Med (Lond) 1998. 48(8): 481-SBener A et al. Genetic an environmental factors associated with asthma. Hum Bioi. 1996. 68 (39: 405-414


 

15 Caress SM. Steinemann AC National prevalence of asthsma and chemical hipersensitivity : an examination of potential overlap. J. Occup. Med 2005; 47 : 518-522


 

16 La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE.UU. no puede obligar a las industrias a que le faciliten las listas de compuestos químicos utilizados. En Europa la cosa no es muy distinta. Ello ,obviamente, puede dar lugar a una falta de control que es difícilmente compatible con la obligación de las autoridades de velar por la salud de las personas.


 

17 En la mayoría de las etiquetas de algunos de estos productos simplemente viene la palabra “fragancia” o “perfume” sin decir nada acerca de sus decenas o cientos de sustancias, ni si han sido debidamente testadas. Ello, considerando la vasta exposición humana a estos compuestos, parece difícilmente conciliable con el derecho a la información que debería presidir cualquier derecho verdadero a la libre elección.

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