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Exposición laboral

 

Una de las situaciones de riesgo especial de exposición a las sustancias químicas peligrosas que más suele ser tenida en cuenta por quienes estudian estas cosas es, como no, la laboral. Especialmente en algunos oficios en los que la exposición a sustancias peligrosas puede ser muy notable. A nivel europeo unos 7 millones de personas sufrirían enfermedades profesionales vinculadas a la exposición a sustancias tóxicas (1).

En cualquier caso y pese a haber sido más estudiado el ámbito laboral, como también en algunos casos el impacto de la contaminación de algunas industrias sobre determinados entornos concretos, no conviene dejar de tenerse en cuenta que los tóxicos que se manejan pueden acabar , y con frecuencia los hacen, contaminado a la población general a diferentes niveles (pensemos, por ejemplo, no sólo en los efectos de la contaminación ambiental indeseada, sino también en los productos , vendidos y comercializados que portan sustancias conflictivas).

En España ,según el Instituto Sindical de Trabajo ,Ambiente y Salud- (ISTAS) (2) que lleva muchos años realizando un magnífico trabajo , hay varios millones de trabajadores españoles que están expuestos a sufrir accidentes y enfermedades derivadas del manejo de sustancias químicas peligrosas.

Son muchos los oficios donde , muchas veces sin saber los empleados el riesgo real al que se están exponiendo, se trabaja cotidianamente con los más variados grupos de compuestos que pueden acabar por dañar su salud. En demasiadas ocasiones se manipulan con cierta alegría peligrosos disolventes y pesticidas, o determinados productos de limpieza, adhesivos, pinturas,... que están muy lejos de ser inocuos.

Hay industrias que de forma más obvia son asociadas a estos peligros, como es el caso de la química, o incluso la del metal o en determinados talleres, pero lo cierto es que pueden darse situaciones de exposición serias también en el sector de la construcción, donde cada vez se emplean más sustancias tóxicas, por no hablar de los agricultores (cada vez más mediatizados por la industria de los pesticidas) o de los trabajadores de la limpieza que manipulan productos sobre cuya composición nada saben.

Existe una gran falta de información que hace que muchas personas no sepan que en lugares como una tintorería pueden utilizarse sustancias muy peligrosas como el percloroetileno (3). Incluso una peluquería puede ser un lugar de exposición severa a determinados compuestos peligrosos, como los que existen en algunos tintes, lociones, lacas, líquidos rizantes y neutralizantes para permanentes, polvos decolorantes,... Basta ver diversos estudios realizados como el de la Universidad de Alicante que registró un exceso de nacimientos prematuros o con bajo peso, anomalías congénitas y abortos entre 310 peluqueras estudiadas (4) u otros realizados en otros países que reportaban altas tasas de asma. Pero ni siquiera una oficina , donde tantas horas de su vida pasa tanta gente, es un lugar exento de riesgos químicos.

Llama la atención hasta que punto en muchos puestos de trabajo se está trabajando con sustancias tóxicas sin estar debidamente informados acerca de los riesgos. La verdad es que en países como España son demasiado frecuentes situaciones que parecen impropias de un país desarrollado. De forma mayoritaria, nos dice el ISTAS, se ignora esta amenaza para la salud. En los años 2002 y 2003, este instituto , con la finalidad de hacerse una idea concreta , visitó 222 empresas. En 98 de ellas había sustancias cancerígenas. De forma sorprendente, en un 67% de los casos los delegados de prevención de la empresa ni siquiera tenían conocimiento de ello. Si consideramos que el que tengan conocimiento tampoco implica necesariamente que se adopten medidas adecuadas al respecto imaginemos lo que significa que ni siquiera lo supiesen.

Entre los problemas de salud que suelen reportarse por exposición a sustancias químicas en el trabajo se cuentan asma, rinitis alérgica, eccemas de piel (5), enfisema, pérdida de memoria, fatiga aguda,... Muy frecuentemente, la exposición suele ser a bajos niveles de tóxicos pero a largo plazo lo que dificulta muchas veces la identificación de lo que sucede. Además los efectos pueden tardar mucho en manifestarse, como sucede con la encefalopatía tóxica derivada de los disolventes o, muy claramente, con diferentes tipos de cáncer.

El ISTAS denuncia la reiterada política de silenciamiento de las consecuencias de esta problemática que lleva, por ejemplo, a que las cifras que suelen aportarse oficialmente siempre tremendamente inferiores a las reales. No debe olvidarse que hay mucho en juego, ya que con frecuencia reconocer los problemas entrañaría el pago de indemnizaciones, subsidios y demás, al margen de posibles consecuencias judiciales. De modo que son muchas las enfermedades profesionales que no se registran. En el 2005, según este instituto, España era el 4º país de la UE que menos enfermedades profesionales declaraba. Por establecer una comparación elocuente decir que en 1985 , el mismo año en el que en Italia se declararon 250.000 enfermedades laborales, en España se reconocieron sólo 3.100 (6). Y después de eso, como veremos, no es que la cosa haya mejorado mucho.

Aunque haya datos que digan que en España habría anualmente unos 10.000 accidentes a consecuencia de la exposición a productos químicos en el trabajo y unas 3.000 enfermedades por esa razón, las cifras reales serían muy superiores. En concreto , el ISTAS estima que se estaría hablando siempre de varios miles de muertos y de la enfermedad de más de 36.000 personas cada año (7) . Entre las dolencias ,tendríamos más de 13.000 dermatitis, 5.400 enfermedades respiratorias crónicas, casi 5.000 intoxicaciones, 4.400 casos de asma, etc. Se baraja que, aproximadamente el número de dermatosis que se registran sea al menos seis veces más pequeño del que realmente se produce, mientras que en el caso del asma la cosa sería aún peor: 16 veces. Pero si hablamos del cáncer la cosa se pone realmente interesante: se registrarían 2.000 veces menos casos de los que realmente se producen.

Es curioso comprobar como, en alguna medida, cuando más grave es la enfermedad de la que se habla , como puedan ser algunos cánceres, más difícil es que ésta quiera ser reconocida. Las razones son evidentes y tienen que ver con lo que ya apuntábamos antes acerca de lo que acarrearía a los responsables dicho reconocimiento.

Hablando del cáncer, cuyas causas laborales tóxicas tanto quieren ser ocultadas en España, por razones vergonzosamente claras, puede ser interesante repasar los datos que nos aporta un estudio epidemiológico realizado para el ISTAS, entre otros, por el doctor Manolis Kogevinas, investigador del Instituto d´Investigació Médica de Barcelona. Según este estudio, uno de cada cuatro trabajadores españoles, lo que serían más de 5 millones de personas, estarían expuestos a agentes cancerígenos en su entorno laboral (8). Como consecuencia de ello se estarían generando entre 3.000 y 13.500 nuevos casos de cáncer de origen laboral al año, lo que serían una media de unos 8.000. El número de fallecimientos por esta causa serían unos 5.000 (entre 2.000 y 8.000) anuales (9). Las estimaciones se hicieron basándose en estudios internacionales que , con estimaciones un tanto moderadas, dicen que un 4 a un 6% de los cánceres mortales lo son por causas profesionales, siendo un porcentaje del 13 al 18% en el caso de los pulmonares.

Por citar algunas áreas laborales conflictivas podríamos hacerlo, por ejemplo, con la industria química, las artes gráficas, la jardinería (10), la peluquería o la limpieza de pintadas, predominando tumores como los de pulmón o aparato digestivo. Disolventes especialmente peligrosos como el benceno o el tricloroetileno se citan entre las sustancias peligrosas, así como los cromatos, el cadmio y el niquel usados en la industria metalúrgica o el cloruro de metileno usado para limpiar pintadas (11).

Uno de los ejemplos más característicos de enfermedades causadas en el entorno laboral y de la forma lamentable con que suelen afrontarse , especialmente en países como España, lo tenemos en el caso del amianto y las enfermedades que genera la exposición al mismo: fibrosis pulmonar (o asbestosis), mesotelioma pleural (cáncer de pleura) y cáncer de pulmón, derivados de aspirar pequeñas fibras de amianto (12). Para hacernos una idea de la entidad de este problema basta ver que ,según un estudio que encargó la Unión Europea, por sí sola, la exposición al amianto podría causar en Europa la muerte de medio millón de personas en un periodo de 35 años. Si nos limitásemos a España hablaríamos de decenas de miles (probablemente 50.000).

Son muchos los sectores laborales expuestos al amianto. Van desde los empleados en industrias de fibrocementos a mecánicos de automóviles, pasando por trabajadores de la industria naval y portuaria, albañiles , fontaneros, electricistas, caldereros, personas que trabajan en reparación ferroviaria o en la industria textil,...

Debemos tener en cuenta que el amianto ha sido utilizado en miles de productos diferentes tales como revestimientos, techumbres, aislantes térmicos y sonoros, conducciones, depósitos de agua, tostadoras, pastillas de freno y ferodos de embrague, fibras textiles, material ferroviario, etc.

En estos momentos uno de los grupos de trabajadores que más preocupan son precisamente –tras la prohibición del amianto- los que trabajan en la desamiantización de tantos y tantos edificios e instalaciones que tienen este material en sus tejados, techos, paredes, tuberías, sistemas de aire acondicionado, etc.

La historia de lo sucedido con el amianto es larga y suficientemente elocuente sobre como empresas y autoridades pueden relativizar el valor de la vida humana y de la simple verdad cuando hay en juego intereses económicos poderosos. Hoy nadie discute la peligrosidad del amianto y, la verdad , no parece que los problemas de eliminarlo y sustituirlo hayan sido demasiado importantes. Pero hasta hace poco no fue así.

No es precisamente que haya sido recientemente que la ciencia conociese su peligrosidad. De hecho, ya desde principios de los años 50 la ciencia tenía meridianamente claro que el amianto era un poderoso agente cancerígeno. Pero los intereses industriales, simplemente por las molestias que les representaba reconvertirse y cambiar el negocio, se sirvieron de todo su poder político para que se demorase la adopción de medidas, condenando a muerte a decenas de miles de personas.

Aquí no podemos extendernos mucho, pero les recomiendo que , si pueden, lean lo que les sea posible acerca de este tema. Es apasionante conocer los detalles de cómo se actuó , encubriendo el problema década tras década. Como se ponían en duda y se desacreditaban numerosas investigaciones científicas serias y rigurosas. Como se tildaba de alarmista o iluminado a cualquiera que se hiciese eco de esos datos.

Cuando , finalmente, cayó el telón y una serie de actores –empresarios, técnicos, funcionarios, políticos,...- ya no pudieron seguir engañando a los espectadores , la verdad se impuso y fue reconocida oficialmente. Sin embargo, la tragedia, que no comedia precisamente, había durado demasiado. Piensen que aunque la certeza científica existía ya a principios de los años 50 , Francia, por ejemplo, no prohibió el amianto hasta 1997. Debajo de las tablas del escenario , malamente ocultados, había miles de cadáveres. Pese a ello, de haber sido por algunos de los actores, especialmente entusiastas, la función habría continuado sine die.

De hecho, tengo que decirles que precisamente fue España uno de esos países donde, probablemente por su amor al teatro desde los tiempos de Calderón de la Barca y su obra El Gran Teatro del Mundo, más se hizo cierto aquello de que siga la función. Hasta el punto de que en España el amianto no se prohibió hasta el año 2002.

La ironía sirve a veces para asimilar el dolor que a todo bien nacido ha de producirle la visión de panoramas como el que estamos describiendo. Pero nunca debiera llevarnos a dejar de exigir responsabilidades y el justo reconocimiento de los derechos de las víctimas. Porque son precisamente estas las que, a la par de los sufrimientos terribles derivados con frecuencia de las enfermedades descritas, han tenido que sufrir el sádico maltrato de las autoridades que al negarse a reconocer sus enfermedades les privaban con ello de cosas que habrían podido minimizar su padecimiento y el de sus familias.

Lamentablemente, de nuevo, España ha sido uno de los países donde más se ha encubierto el problema. Así, por ejemplo, llama la atención , y mucho, que en países que en ningún caso pueden calificarse de modélicos a la hora de afrontar el problema del amianto ,como pudieran ser los Estados Unidos, el Reino Unido o Francia, las cifras de muertes reconocidas fuesen , en proporción, infinitamente superiores a las que España ha venido reconociendo. Estados Unidos reconocía oficialmente 10.000 muertes anuales, el Reino Unido 2.000 y Francia 1.500, mientras España –una de las mayores potencias constructoras del mundo en el que se ha usado amianto con extraordinaria generosidad (13)- solo reconocía 37 fallecimientos y no anuales, sino ¡en 17 años! (14). Aunque las anteriores cifras , suministradas por responsables sindicales, son suficientemente elocuentes, lo resultan aún más si se añaden otras como , por ejemplo, que en tan sólo 3 años, 1990-1992, hubiese habido en España 455 muertos por cáncer de pleura, una enfermedad de la que se sabe que debe ser atribuible al amianto en la mayor parte de los casos (15).

No nos extenderemos en más detalles, aunque podríamos hablar de muchas más cosas que evidencian la forma que ciertos gobiernos tienen de actuar en estos temas y que expresan bien a las claras lo lejos que se puede estar de reconocer plenamente su importancia y actuar en consecuencia. Como detalle les diré que el Gobierno español enviaba a las reuniones internacionales en las que se debía establecer cuando y de qué manera prohibir el amianto a un empleado de Uralita , empresa con fuertes intereses comprometidos en el negocio del amianto (16).

Lo que hemos visto con el amianto puede servirnos como ilustración acerca de lo que puede estar sucediendo con muchas sustancias tóxicas que pueden representar un serio riesgo para la salud laboral, tanto en cuanto al reconocimiento de su peligrosidad como del número de víctimas que causan y la forma de protegerlas o no. Por extensión , las mismas cosas podrían decirse fuera del escenario laboral, donde también se da exposición a muchas de las mismas sustancias. En definitiva, más que de enfermedades laborales, estamos hablando de enfermedades “químicas” que se dan en el ámbito laboral, pero que también pueden darse y se dan fuera de él.


 

Copyright Carlos de Prada

 

NOTAS:


1 Eurostat.1998-1999


2 Del sindicado Comisiones Obreras.


3 Disolvente organoclorado muy tóxico y volátil.


4 Realizado por el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Alicante y financiado por el Instituto de la Mujer y la Generalitat valenciana. Se dio a conocer a la opinión pública en mayo de 2007 (Las Provincias 22-5-2007). Se estudiaron 260 establecimientos de la ciudad levantina y entre los productos analizados se detectaron una docena de productos tóxicos para la salud reproductiva. La idea había partido de estudios anteriores realizados en Noruega ante la fuerte incidencia de asma que se observaba en este tipo de trabajadoras.


5 Por ejemplo por exposición a cromoVI en el cemento de construcción.


6 Garcia M. (1993). Consideraciones sobre el sistema actual de declaración de enfermedades profesionales. Gaceta Sanitaria. 7: 46-50


7 Garcia A y Gadea R (2004) Estimación de la mortalidad y morbilidad por enfermedades laborales en España. Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, 7 (1): 3-8.


8 Kogevinas et al. 2006.


9 Kogevinas et al, 2005. Datos de este tipo fueron dados a conocer ,por ejemplo ,a finales de abril de 2003 ,con motivo del Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, CC.OO..


10 Por pesticidas y demás.


11 La fabricación de maquinaria con soldaduras realizadas con electrodos de tungsteno con torio radiactivo es otro de los muchos riesgos menos conocidos que podrían citarse.


12 Cabría añadirse casos de cáncer de laringe, estómago, recto o colon, por ejemplo.


13 En 1996 España era el segundo consumidor de amianto, tras Francia.


14 1980-1997


15 De un 70% a un 95% de los casos. Por su parte las cifras del Ministerio de Trabajo , e incluyendo todo el periodo entre 1984 y 1990, solo aludían a 84 asbestosis, 14 carcinomas y 19 mesoteliomas. Y en los años entre 1991 a 1997 solo 17 asbestosis, 2 carcinomas, y 1 mesotelioma .


16 El Ministerio de Industria enviaba a Eustasio Pérez, empleado de Uralita , a las reuniones internacionales y nacionales sobre el tema.


 

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