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La prevención comienza aquí

El Fodesam realiza una labor pionera para la prevención de las enfermedades ambientales y en la lucha contra uno de los problemas ecológicos más graves a los que nos enfrentamos: la invasión de nuestro mundo y nuestros cuerpos por cada vez más tóxicos.

 

 

El panorama es bien simple: cientos de miles de personas enferman y/o mueren porque nadie les advierte de los riesgos de sustancias a las que se exponen diariamente.

Rebelándonos contra algo tan siniestro, nos hemos consagrado a abrir los ojos de la población, para que miles de personas estén advertidas y puedan evitar o reducir ésos riesgos.

Nuestra labor, pues, ayuda a prevenir enfermedades y, en muchos casos, a salvar vidas.

 

 

Miles de investigaciones científicas dan voces de alarma que no llegan adecuadamente al hombre de la calle.

El Fodesam hace que lleguen de una forma que cualquiera pueda entender.

Ayudamos a identificar y evitar al enemigo tóxico.

Damos alternativas, porque las hay.

Pretendemos conseguir que baje la estadística de crecimiento de una serie de problemas sanitarios que están al alza desde hace unas décadas, coincidiendo, curiosamente, con una serie de cambios notables que se han obrado en la naturaleza de lo que nos rodea a consecuencia de cosas como, entre otras, el boom de la industria química.

Luchamos para que se reconozca a los enfermos ambientales.

Queremos salvaguardar la Naturaleza, de la que los hombres formamos parte, de la agresión tóxica sin precedentes que está padeciendo.

La concienciación social es nuestra arma básica.

Hacemos crecer la presión sobre las autoridades y empresas para que se hagan mejoras.

Contribuimos a que aumente el consumo ecológico, sin tóxicos.

Combatimos la ignorancia tóxica a través de medios como nuestra web, en la que ofrecemos una ingente cantidad de informacion comprensible, potenciando además el conocimiento de alternativas saludables.

 

ALGUNOS HECHOS CLAVE:

Hace unos años, un amplio número de científicos internacionales, entre los que había varios premios Nobel, como Luc Montagnier o François Jacob, firmaron un manifiesto -el Llamamiento de París- en el que alertaban de que la contaminación química es una de las causas principales del cáncer, la infertilidad, las enfermedades congénitas y otros muchos problemas de salud.

Mientras seguimos, como hace décadas, preocupados sobre todo por cosas como las enfermedades infecciosas causadas por microbios, no nos damos cuenta que hace ya mucho que comenzó la era de las enfermedades ambientales causadas por tóxicos.

 

¿SABÍAN QUE...?

Nuestros tóxicos industriales debilitan la inmunidad de cetáceos y focas que se ven afectados por enfermedades infecciosas.

Producen altas tasas de cáncer en especies silvestres.

Las sustancias retardantes de llama de nuestros muebles llegan al cuerpo de los osos polares árticos causandoles problemas reproductivos.

Algunas sustancias de pesticidas o detergentes cambian el sexo de peces y anfibios.

Son solo unos pocos ejemplos...

Millones de toneladas de sustancias químicas tóxicas son esparcidas. Y alcanzan también el organismo humano, a través del aire, el agua o la dieta, por ejemplo, como sucede con los pesticidas de muchos alimentos o con los metales pesados y otros contaminantes que puede haber en el pescado.

Para buscar sustancias tóxicas basta con analizar el polvo que encontramos en cualquier casa normal. Podemos encontrar en él centenares de ellas procedentes de pesticidas domésticos, productos de limpieza y aseo, pinturas, tejidos, ambientadores, perfumes, plásticos,... Y no olvidemos que ése polvo lo respiramos. Ni que muchas de ésas sustancias están con frecuencia en cosas que ponemos sobre nuestra piel desde la que pasan a nuestra sangre. O que muchas veces son muy volátiles y se acumulan en el aire que inhalamos.

 

IMPACTO EN LA SALUD HUMANA

Cáncer (mama, próstata, páncreas, leucemia,...), infertilidad, asma, alergias, abortos, déficit de atención e hiperactividad, enfermedades auto-inmunes, migrañas, malformaciones, endometriosis, Parkinson, diabetes, obesidad, síndrome de fatiga crónica, sensibilidad química múltiple, alteraciones tiroideas, problemas cardiovasculares,... Hay un conjunto de problemas cuya incidencia no para de crecer el las últimas décadas.

La gran pregunta es: ¿por qué precisamente en las últimas décadas?. ¿Por qué es ahora, y no pasaba antes? ¿por qué ahora, precisamente cuando se está dando tal explosión en el crecimiento del número de gente que padece por estas cosas?

Obviamente, el sentido común dicta pensar que debe haber algo que antes no había. Y el sentido común, además, se ve refrendado en esto por millares de estudios científicos que avalan que los factores ambientales tienen un gran peso en lo que sucede.

En nuestro entorno y en nuestro cuerpo hay cosas que antes no había.

Entre otras cosas, decenas de miles de sustancias sintéticas que con frecuencia podrían tener efectos a los niveles "bajos" de concentración a los que suelen estar en nuestros cuerpos.

Además de contaminantes más clásicos como el DDT o los PCBs, que siguen haciendo de las suyas dada su alta persistencia en nuestros organismos (y a que siguen liberándose en muchas zonas del planeta), tenemos ahora otros como los omnipresentes retardantes de llama que  impregnan tantas cosas de nuestro entorno inmediato, compuestos perfluorados (del tipo del teflón de las sartenes o de las sustancias que se aplican para obtener tejidos anti-manchas y/o hidrófugos), bisfenol A ( del plastico policabonato y resinas epoxi, y que ha sido usado ampliamente en biberones infantiles, empastes dentarios o interior de latas de comida), ftalatos (usados profusamente en plásticos, cremas, perfumes,...), almizcles sinteticos, filtros solares,... y una lista interminable de otras sustancias que ya forman parte de la química de nuestros organismos.

La cantidad de estudios científicos que asocia esta circunstancia con problemas sanitarios es tan inmensa que en el Fodesam nos vemos desbordados en nuestro esfuerzo por trasladar ése conocimiento al hombre de la calle.

Apenas se hace nada, fuera de esfuerzos como el de unas pocas entidades como la nuestra, para advertir a la población de los posibles riesgos a los que se expone.

Prevalecen intereses económicos.

Solo se han prohibido unas pocas sustancias .

Hay una normativa tibia y, frecuentemente, amañada a favor de intereses industriales, que no nos protege debidamente.

No se aplica lo de "más vale prevenir que curar".

Y el crecimiento de algunos problemas amenaza con colapsar el sistema sanitario.

Hasta mediados del siglo XIX millones de personas morían por no adoptar medidas de higiene al no conocer el papel de los microbios en las enfermedades. Y cuando un doctor llamado Semmelweiss propuso a los médicos que se lavasen las manos fué tomado por "loco", convirtiéndose en objeto de irrisión hasta el fin de sus días.

Hoy la historia se repite con los tóxicos. La higiene química está en la "Prehistoria". Lo peor es que ahora , con miles de investigaciones realizadas sobre estos nuevos agentes patógenos, no puede alegarse ignorancia.

¿Hay control? ¿Estamos en buenas manos?

La inmensa mayoría de las más de 100.000 sustancias sintéticas creadas por el hombre han sido comercializadas sin antes demostrar debidamente su inocuidad.

Aún hoy , ni un 1% ha sido evaluado debidamente.

Miles de ellas han mostrado tener efectos.

Con frecuencia están en productos cotidianos a la venta  en cualquier comercio.

Las sustancias químicas, a diferencia de los microbios, tienen abogados que a veces se empeñan en que sean declaradas inocentes a pesar de que se demuestre su culpabilidad.

No olvidemos el trasfondo: negocios enormes, empresas con miles de empleados, poder político, influencia sobre muchos médicos,...

Frente a ello, está creciendo un sector que está ayudando a establecer unas formas no tóxicas de producción y consumo.

Este sector cuenta con nuestro apoyo explícito, porque vemos que en su crecimiento está también nuestra salud y la del planeta.

Forman parte de este sector, por supuesto, miles de científicos que a lo largo y ancho del planeta están investigando los nexos entre el ambiente y la salud, así como todas las personas y organizaciones que luchan por concienciar sobre estas cosas.

Y también forman parte muchísimas personas que trabajan en ámbitos tales como la agricultura ecológica, los alimentos ecológicos, los productos de cosmética e higiene personal ecológica, purificadores de agua, purificadores del aire interior, restaurantes ecológicos, supermercados ecológicos, distribuidores de productos ecológicos, productos de limpieza del hogar y detergentes ecológicos, empresas de bioconstrucción, empresas que trabajan en eliminar problemas ambientales domésticos,... y, en fin, cualquier empresa o entidad que trabaje en reducir la contaminación de nuestros cuerpos y nuestro entorno inmediato o en la creación de un mundo más sano.

Todo este sector contribuye a nuestra salud de forma extraordinaria por contribuir a la prevención y son nuestros aliados.

 

 

 

 

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