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El DES: un precedente

Una de las cosas que más claramente sirvieron para que la ciencia se percatase de los efectos de alteración del equilibrio hormonal que pueden tener algunas sustancias sintéticas fue, como se cuenta de forma inmejorable en el famoso libro Nuestro Futuro Robado, es lo que sucedió con el una sustancia llamada dietiestilbestrol (que suele conocerse por sus siglas: DES).

 

Estructura del dietilestilbestrol.

 

Eran tiempos, aquellos que seguirían al final de la Segunda Guerra Mundial, de un gran optimismo y una gran fe en la tecnología. El dietilestilbestrol había sido sintetizado en 1938 como compuesto casi “milagroso” que, por su “virtud” de imitar a los estrógenos naturales, iba a producir unos efectos enormemente beneficiosos para las personas. Unos años después de su síntesis, sería presentado en sociedad como una sustancia maravillosa que los médicos comenzaron a recetar a millones de mujeres. Decían que iba a prevenir problemas del embarazo, tales como los abortos e incluso que los bebés iban a nacer más fuertes y grandotes.

Ya por entonces se conocían los resultados arrojados por diversos experimentos realizados en ratas que advertían de la existencia de una serie de riesgos. Pero , como tantas otras veces, se hicieron oídos sordos.

Al final la realidad se impuso. Más allá de los espejismos de confianza ciega en los supuestos avances, el DES no solo no evitó abortos sino que aumentó los mismos, al igual que hizo con los partos prematuros o las muertes de recién nacidos.

Pero lo que más inquietud causó fue que, además, la utilización de aquella sustancia sintética, que tenía una cierta similitud con otros compuestos tristemente famosos como el DDT, vino de la mano con una serie de extrañas alteraciones orgánicas que desembocaron finalmente en toda una serie de taras. Taras que fueron como un libro abierto donde leer todos los efectos que puede tener el que el hombre, jugando a ser Dios, se atreva a inmiscuirse con ligereza en la complejidad de la sinfonía de la química viviente.

Lo que sus creadores habían juzgado como una genial intervención, como la de uno de esos solistas afamados, sonó en realidad, dentro de la química de los organismos, como un estruendoso ruido que desbarató la representación. Porque además de los efectos ya dichos, la disarmonía química que crearon en el interior de aquellas madres en las que se estaba gestando una nueva vida, con toda la complejidad que ello tiene, trajo consigo otros efectos inesperados.

Las hijas cuyos cuerpecitos se habían ido formando en el útero de las confiadas madres que tomaban el DES, no fueron más sanas y fuertes, al contrario. Cuando crecieron se vio que tenían tendencia a desarrollar, con una frecuencia jamás vista antes en los anales de la Medicina , un raro cáncer de la mucosa vaginal, además de una serie de deformaciones del conducto reproductor. Mientras con anterioridad a la administración del DES la literatura médica , a lo largo y ancho de todo el mundo, sólo había descrito cuatro casos en mujeres con ésos problemas que tuviesen menos de 30 años, después del DES se produjo una auténtica avalancha de niñas y jovencitas de entre 12 y 22 años con ése cáncer.

Pero aquello no era todo. También creció el número de casos de cáncer cervical y de problemas tales como los embarazos ectópicos, fiebre reumática, y enfermedades inmunitarias (como, por ejemplo, la tiroiditis de Hashimoto, enfermedad de Graves, o la artritis reumatoide). Además , se observó también una consecuencia especialmente llamativa ,vinculada con la alteración de la conducta femenina. Algo que concuerda con lo observado en muchas otras ocasiones en poblaciones animales expuestas a ciertas sustancias contaminantes, pero que resulta realmente chocante cuando se comprueba como ocurre también en las personas. Nos referimos a los efectos sobre la orientación sexual. Nada menos que un 24% de aquellas mujeres que, cuando eran embriones, habían sido expuestas al DES que tomaban sus madres, resultaron ser homo o bisexuales (algunos estudios mostraron tasas superiores).

¿Pero quiere esto decir que el DES solo se cebó con las féminas?. No, por supuesto. En los varones apareció un exceso de cosas tales cómo cáncer testicular (además de una mayor propensión a padecer el de próstata), criptorquidia, testículos poco desarrollados, anomalías espermáticas o penes atrofiados. Además padecerían índices notables de artritis (a consecuencia de alteraciones en el sistema inmunitario), alergias crónicas, quistes, problemas respiratorios, fatiga,... Para completar el cuadro, algunos estudios se refieren también a altas incidencias, tanto entre varones como en mujeres, de depresión, ansiedad, anorexia, o neurosis fóbica.

Una sola sustancia sintética , que por supuesto no había sido diseñada para causar problema de salud alguno, antes al contrario, acabó produciendo todo lo que hemos visto. Es más, era una sustancia sintética que los propios médicos recetaron a millones de mujeres. Ahora piensen en decenas de miles de sustancias sintéticas, diseñadas en su mayor parte para usos industriales concretos o para acabar con las plagas, por ejemplo, ni siquiera pensando en que vayan a acabar en los organismos humanos pero que, finalmente, de un modo u otro, han acabado también en nuestros cuerpos. Ya se han descrito efectos más o menos afines a los del DES , a un nivel u otro, para cientos de sustancias contaminantes. La Unión europea ha listado cientos de sustancias que pueden ser disruptores endocrinos.

Una de las primeras sustancias que se identificaron como alteradoras del equilibrio hormonal fue una sustancia que antes citamos, cuando decíamos que tiene una estructura química algo parecida al DES. hablamos del DDT, que nació precisamente por los mismos años. Otra maravillosa creación de los ingenieros químicos que iba a solucionarnos muchos problemas sin ningún perjuicio, porque se decía que era inocuo para las personas, tanto que incluso se autorizaron colonias infantiles con DDT para prevenir los piojos. .

Al igual que sucedería con el DES, también enseguida aparecieron algunos estudios que revelaban inquietantes efectos en animales. Pero se hizo, de nuevo, oídos sordos. Nada menos que en una fecha tan temprana como 1950, científicos de la Universidad de Siracusa que estaban investigando la posible toxicidad del DDT habían administrado la sustancia a unos gallos para ver lo que sucedía. ¿Qué sucedió?. Pues nada, que los gallos se feminizaron. Sus testículos apenas se desarrollaron y no tenían lo que es el orgullo de los machos de las gallinas, la cresta (1).

A estos estudios siguieron otros que mostraron muchos efectos nocivos. Décadas después, tras una tremenda resistencia industrial que ponía en duda todo lo que se publicaba, el DDT se prohibió en algunos países, que no en todos, cuando ya había producido unos daños notables. Incluso aunque hoy se prohibiese en todo el mundo absolutamente, cumpliéndose con seriedad (cosa rara) la prohibición, su alta persistencia haría que varias generaciones siguieran teniendo esta sustancia en sus tejidos en niveles suficientes como para producir alteraciones hormonales.

Al DDT acabarían sumándose muchísimas otras sustancias. Un día se descubriría que los trabajadores de una fábrica de un plaguicida llamado kepona, tenían cantidades bajísimas de espermatozoides (2) , otro se descubrirían cosas sobre el fungicida vinclozolina , otro sobre otras sustancias, como las dioxinas, o los los PCBs,... Como cuando se vio que las mujeres que comían una determinada cantidad de pescado de los Grandes Lagos (EE.UU.) (3) solían, dar a luz a niños de menor peso, prematuros y con una menor inteligencia (4). Efectos todos que podían explicarse por la exposición a tóxicos alteradores del equilibrio hormonal, como también los que se vieron en la descendencia de las parejas que habían sido expuestas, en la localidad italiana de Seveso, a los efectos de la dioxina liberada por un accidente industrial. Estas parejas sólo tenían niñas. Ningún niño.

Otras muchas cosas fueron viéndose y poco a poco la evidencia se fue agrandando. La comunidad científica ,con los años, ha ido describiendo los más diversos efectos de este tipo de contaminantes. Parte de ellos son descritos en otras partes de esta web , como cuando se pasa revista, uno tras otro, a algunos de los principales tipos de compuestos conflictivos. Los efectos van desde su papel como promotores del cáncer de hígado al de mama, pasando por los de próstata o testículos, sin olvidar otras muchas anomalías tales como alteración de la telarquia, poliquistosis ovárica, anomalías cromosómicas, daños inmunológicos, diabetes, fallos en la implantación uterina, problemas de crecimiento, alergias, asma, mayor mortalidad, neurotoxicidad, alteraciones tiroideas, malformaciones congénitas, ...

Podríamos extendernos mucho sobre su papel en problemas de salud muy extendidos hoy en día tales como ,por ejemplo, la endometriosis. Se trata de una enfermedad en la que el partes de tejido del endometrio que en condiciones normales deberían encontrarse solo recubriendo el interior del útero femenino –ya que el endometrio es precisamente el tejido en el que debe arraigar el óvulo fecundado- , aparecen fuera del útero, en lugares tales como los ovarios, las trompas de Falopio, la vagina, los intestinos, el hígado ,el peritoneo o incluso otros lugares más insospechados, como pulmones o músculos, esto es, fuera de su sitio natural. Ello puede ocasionar dolores muy intensos durante el periodo menstrual y durante la ovulación, además de venir de la mano muy frecuentemente con infertilidad (algunos datos indican que en torno a un 30% de las mujeres infértiles la tienen), reglas dolorosas, mareos, debilidad, fatiga, dolor durante el coito, enfermedades alérgicas o ,entre otras cosas, problemas intestinales o de vejiga. Durante la regla, los focos de endometrio extrauterinos –que pueden ser de diversas clases, tales como endometriomas o simples focos pequeños- se desarrollan y sangran como si estuviesen en su sitio, sin tener, obviamente una vía de salida adecuada, lo que causa una parte de los problemas. Podría sufrirla en torno a un 10% de las mujeres en edad reproductiva. Es una dolencia muy ligada al funcionamiento de los sistemas inmunológico y endocrino (hormonal) y diferentes investigaciones la asocian a la presencia de contaminantes como los que nos ocupan.

Con los años , según se iban realizando más y más investigaciones, se llegaría a descubrir a numerosos estafadores químicos que se meten en nuestros cuerpos para causarles toda suerte de desarreglos. A los más clásicos, como los los alquilfenoles (5) , los PCBs, el DDT o las dioxinas, se sumarían muchos otros, como el endosulfán, los ftalatos, el bisfenol A, hidrocarburos aromáticos,... Hasta ahora se conocen más de 500 sustancias con actividad estrogénica, pero la lista no está precisamente cerrada, porque se siguen descubriendo nuevas sustancias implicadas.

La búsqueda continúa y continuará por mucho tiempo. Los científicos no dan abasto, por que establecer los efectos de una sola sustancia , que pueden ser muchos, como en el caso del DES, lleva años, y estamos hablando de miles de ellas. Además cada año se inventan nuevas sustancias sintéticas que vienen a añadir, no pocas veces, nuevos posibles riesgos. Tampoco ayuda mucho la desidia de los gobiernos hacia estos temas ligados a la prevención. Los medios que se destinan al problema no están a la altura del reto al que nos enfrentamos.

Mientras se sigue estudiando más y más en muchos países, sigue creciendo la producción de sustancias químicas que pueden estar implicadas, en cantidades de millones de toneladas. La producción de algunas se ha estabilizado o incluso reducido, pero otras nuevas han venido a tomar el relevo y, globalmente, la cantidad crece y crece, mientras crecen a la vez los problemas que la ciencia asocia a ellas, como la caída de fertilidad, los cánceres u otros diversos desarreglos.

Lo triste es que junto a los científicos que piden que se estudie más el tema, porque quieren conocerlo mejor todavía, hay políticos y empresarios que , de forma torticera, utilizan esa circunstancia para decir que no hay nada claro, que está estudiándose. Todo cuando es claro lo que pide la comunidad científica: prevención. Porque aunque los conocimientos siempre puedan mejorarse, lo que ya se sabe es suficientemente inequívoco acerca de la realidad de la amenaza a la que nos enfrentamos. Repasemos si no lo que dice la Declaración de Praga.

La Unión Europea, como podemos ver en el apartado sobre la norma REACH, no ha adoptado muchas de las medidas que los científicos le pedían. Y Gobiernos como el español, al margen del color del partido que esté en el poder, siguen sin tomarse el asunto en serio. Prueba de ello es que, por ejemplo, hace unos años se permitiese la ubicación en Cartagena de la mayor factoría de producción de policarbonatos de Europa que, como ya se dijo, en su mayoría es puro bisfenol A. Cientos de miles de toneladas de una sustancia que es capaz de causar estragos hormonales a niveles nanomolares, es decir, de milmillonésimas de gramo.

La prevención, como ya se dijo también al hablar del cáncer, brilla por su ausencia. Y como también vimos al hablar del cáncer, se prefiere hacer un mayor esfuerzo en los “tratamientos”. El grifo causante de las enfermedades sigue abierto y nadie lo cierra. En lugar de reducir la cantidad de sustancias químicas que tienen la capacidad de alterar nuestro equilibrio hormonal, se prefiere seguir poniendo cubos. Se prefiere atacar a los efectos y no a las causas. Se prefiere atender a los enfermos en lugar de impedir que la gente enferme.


 


 

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NOTAS:


 

1 Burlington H and Lindeman V. Effect of DDT on testes and secondary sex characters of white leghorn cockerels”, Proceedings of The Society for experimental Biology and Medicine 74: 48-51 (1950)


 

2 Guzelian, P. Fourteen workers exposed to pesticide kepone are probably sterile. Researchers Report. Occup Health and Safety Letters 6:2 (1976).


 

3 Después de la brutal expansión de la industria química, ya desde los años 50, sus peces, expuestos a contaminantes como los PCBs, fueron castigados por horribles epidemias de cáncer antes nunca vistas.


 

4 Si pensamos en cosas como el papel que las hormonas tiroideas juegan en el desarrollo del cerebro de los embriones acaso nos daremos cuenta de una posible razón para esto último.


 

5 Como el nonilfenol, presente en detergentes, champús, cosméticos, pinturas, herbicidas, espermicidas,...

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