Bookmark and Share

El efecto cóctel

Uno de los errores más importantes , ligados a la evaluación de los riesgos de la exposición a las sustancias químicas tóxicas , es el que abordamos aquí. La relevancia de este error es comparable a la de la subestimación de los supuestos niveles “bajos”.

Una de las cosas que más indignación están generando en la comunidad científica es que de forma tozuda ciertos estamentos sigan obstinados en estudiar la toxicidad de las sustancias químicas una a una, por separado, como si alguna vez esas sustancias actuasen en nosotros de esa forma. Se sabe, perfectamente, que cualquiera de nosotros estamos expuestos a centenares de sustancias sintéticas a la vez. Sustancias que tenemos en nuestra sangre, en nuestras grasas, en nuestro cerebro,...

Crece de día en día la evidencia científica de que estas numerosas sustancias interactúan las unas con las otras, pudiendo causar más daños juntas que por separado. Para complicar la cosa, tal cóctel de cientos de sustancias puede variar mucho de un individuo a otro e incluso dentro de la vida de un mismo individuo, a veces en cuestión de días u horas.

Pese a todo, cierta toxicología oficial e industrial sigue empeñada en estudiar las cosas y establecer unos valores “legales” en base a situaciones de una simpleza inexistente en el mundo real. Desentendiéndose ,como se ve también en el apartado en el que nos ocupamos de las dosis “bajas”, del estudio de la compleja situación realmente existente pese a los graves efectos sanitarios que se están observando.

Hay, no obstante, muchos investigadores que luchan por que la ciencia sea realmente ciencia, intentando aproximarse a la comprensión de lo que la situación de exposición química real a cientos de sustancias puede estar generando. Entre ellos, científicos del Centro de Toxicología de la Escuela de Farmacia de la Universidad de Londres, en el Reino Unido, como Andreas Kortenkamp y sus colegas. Estos investigadores registraron los efectos aditivos de 11 sustancias químicas estrogénicas, esto es, cuya toxicidad se expresa por su mayor o menor semejanza con hormonas femeninas, causando desarreglos en el equilibrio hormonal. Entre ellas algunas que pertenecen a grupos de los que se habla con más detalle en otros apartados, como los parabenes, las benzofenonas o el bisfenol A, sustancias que suelen detectarse de forma prácticamente omnipresente en los cuerpos humanos, ya que están en los productos más cotidianos, tales como cosméticos, cremas solares o plásticos que revisten latas de comida, según el caso (1) .

En el experimento que relatamos cada una de esas 11 sustancias estaba presente a unos niveles inferiores a aquellos para los que la toxicología convencional estima que no se producen efectos observables (en inglés, los llamados no-observed-effect concentration, o NOEC). ¿Y que pasó?. Pues que el efecto conjunto de esas 11 sustancias que teóricamente no tenían efectos por separado era , cuando estaban juntas, “dramático” (2).

Otro estudio interesante, por ejemplo, es el desarrollado por el doctor Warren Porter, de la Universidad de Wisconsin que investigó el efecto producido por unos herbicidas. Pero en lugar de analizar el efecto de cada herbicida por separado, lo hizo con el efecto conjunto de una mezcla comercial de ellos, tal y como se vendía en las tiendas. ¿Qué vio?. Pues que muy bajas concentraciones de la mezcla que se vendía –que contenía una mezcla de 2,4-dichlorophenoxyacetic acid (2,4-D), mecoprop, dicamba y otras sustancias- causaban significativas reducciones en el tamaño de las camadas de ratonas embarazadas que fueron expuestas al producto. Todo a niveles a los que , según los test convencionales , cada compuesto por separado no tenía efecto (3).

En resumen, lo que la evidencia científica está mostrando es que el enfoque de cierta toxicología convencional, así como la forma en que las compañías mercantiles realizan los estudios, a saber, analizando los efectos separadamente, compuesto a compuesto, está falseando la percepción de los riesgos reales.

Lo que los científicos están mostrando lleva a cuestionarse la validez global de los sistemas por los que se ha establecido los supuestos niveles “seguros” de muchas sustancias y ello debería llevar a una profunda revisión de los mismos. Y ,sobre todo, debería llevar a que nos planteemos el efecto real que sobre sectores amplios de población pueden haber estado teniendo esos niveles “bajos” de contaminantes que se detectan en complejas mezclas en el organismo de la gran mayoría de la población.

Uno de los artículos científicos acaso más interesantes sobre el asunto de las mezclas de contaminantes al que estamos aludiendo acaso sea el que publicasen los investigadores Andreas Kortenkamp, Elisabete Silva y Nissanka Rajapakse de la Universidad de Londres, que antes citábamos. El título del artículo es ya suficientemente expresivo, ya que comienza con este enunciado: Something from “nothing” (o lo que es lo mismo, en castellano: Algo de “nada”). El título completo es: Something from “nothing”- eight weak estrogenic chemicals combined at concentrations below NOECs produce significant mixture effects (4) . En español: “Algo de “nada”- Ocho sustancias químicas débilmente estrogénicas combinadas a concentraciones por debajo de la NOEC (No Observed Effects Concentrations ,esto es, concentraciones por debajo de las cuales , siempre ,claro está, aplicando ciertos criterios toxicológicos, supuestamente no se observan efectos) producen significativos efectos conjuntos”.

Kortenkamp y sus colegas tomaron una serie de sustancias –PCBs hidroxilados, benzofenonas, parabenes, bisfenol A y genisteina- a unas dosis inferiores a las que individualmente, cada una de ellas por separado, no producían efectos observables según una serie de parámetros toxicológicos oficiales. Y lo que vieron es que la suma de esas ocho sustancias , las cuales cada una de ellas por separado ninguna producía “efectos observables”, producía efectos dramáticos según los mismos parámetros. De ahí lo de algo –esto es, un efecto- de nada. Porque en el mundo de los tóxicos –a diferencia de lo que sucede en el mundo de las matemáticas que parecen tanto influir en algunos toxicólogos- la suma de ocho supuestos ceros puede no ser cero.

Por eso aunque cada sustancia química empleada en este experimento estuviese a unos niveles inferiores a aquellos a los que cierta toxicología estima que no se producen efectos , en el mundo real, en el mundo de los organismos vivos, se produjeron esos efectos. Por supuesto que ello muestra un importante agujero en la toxicología , ya que ésta se ha dedicado a ir autorizando separadamente los niveles de cada sustancia, como si con ello garantizase nuestra salud, cuando luego resulta que esas sustancias acaban estableciendo sinergias , atacando a nuestros cuerpos conjuntamente y produciendo “efectos observables”.

La no consideración debida del efecto “cóctel” está pasando por alto muchas cosas evidentes. Por ejemplo, la forma en que distintas sustancias pueden realizar un ataque combinado a nuestra salud. Si, por ejemplo, nos vemos expuestos a la vez a un compuesto que ataca nuestro sistema inmunológico y a otro que genera cambios cancerígenos en las células, es evidente que estos últimos podrán escapar a nuestras defensas, acrecentando el riesgo de padecer tumores. Otras muchas posibilidades pueden darse y la toxicología debe tenerlas en cuenta.


 


 

¿CONSIDERA IMPORTANTE QUE SIGAMOS DIFUNDIENDO ESTOS TEMAS?. HÁGASE COLABORADOR DEL FONDO PARA LA DEFENSA DE LA SALUD AMBIENTAL.


 

Advertencia: contenidos bajo © Copyright


 

NOTAS:


 

1-  2’, 3’,4’, 5’ – tetrachlorobiphenyl-4-ol, 2’, 5’–dichlorobiphenyl-4-ol, 4’-chlorobiphenyl-4-ol, genistein, 2,4-dihydroxybenzophenone, benzyl-4-hydroxyparabene, 2,3,4,5-tetrachlorobiphenyl, bisfenol A, resorcinol monobenzoate, 2,3,4-trichlorobiphenyl, phenyl salicytate.


 

2-  Rajapakse N, Silva E and Kortenkamp A. (2002). Combining xenoestrogens at levels below individual no.observed-effect concentrations dramatically enhances steroid hormone action. Environmental Health Perspectives. Vol 110. Number 9. Sept 2002.


 

3- Cavieres MF, Jaeger J and Porter W. (2002). Developmental toxicity of a commercial herbicide mixture in mice: I. effects on embryo implantation and litter size. Environmental Health Perspectives. Vol 110. Number 11, Nov 2002.


 

4- Silva E, et al. (2002) Something from “nothing”- eight weak estrogenic chemicals combined at concentrations below NOECs produce significant mixture effects. Environ Sci Technol. 36: 1751-1756


 

Comparte este artículo a través de tus redes sociales


Bookmark and Share